Los Diputados y los osos de Chihuahua

Había una vez... ¡un circo!
Había una vez... ¡un circo!

¡Pasen y vean, señores! ¡Ha llegado el Circo! Lo de ayer en el Congreso de los Diputados, más que una sesión plenaria, fue un cachondeo, amargo, pero cachondeo. Y no lo digo porque votasen a favor de la abdicación de Juan Carlos de Borbón, el jubilado de moda, y la posterior coronación del que será conocido como Felipe VI, ni porque hubiese diputados que se abstuvieran o votaran en contra, no; lo digo porque hay algo que se llama educación, urbanidad, modales y, sobre todo, una palabra que el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define como “Miramiento, consideración, deferencia”, esto es: Respeto; una palabra que parecen desconocer muchos de los representantes votados por nosotros.

Ayer dio la impresión de que los grupos minoritarios, es decir, aquellos que despertaron menos confianza en el electorado y por ello recolectaron menos votos, se dedicaron a desplegar una parafernalia de tontopolleces, a cual más extemporánea, buscando, unos, pescar en río revuelto, otros, marcar paquete y, todos sin excepción, salir en las fotos de la prensa de esta mañana. El hecho de que los componentes de AMAIUR, del entorno de BATASUNA, abandonaran el Congreso justo antes de la votación, es una falta de respeto para quienes, además de aguantar sus salidas de tono, sus malas maneras y su negativa a pedir perdón a las víctimas del terrorismo etarra, tenemos que pagarles un sueldo y permitir que se rían de nosotros; porque no deja de ser una burla ácida el hecho de que estos bípedos no pongan trabas a la hora de percibir un salario mensual de una nación que odian a muerte... y nunca mejor dicho.

Pero eso era de esperar; otra cosa es el descarado intento de la izquierda, ¿plural?, por conseguir pescar votos en el río revuelto de la moda republicana, tratando de arrimar el ascua a su sardina, portando escarapelas con banderas preconstitucionales y sacando cartelitos para acercarse a los indignados del 15M. ¿Se imaginan la que se hubiera liado si un grupo de la derecha política, tan nostálgica como ellos, se hubiese presentado con escarapelas de la bandera franquista? Ni te cuento, Luis Manuel.

Otra modorrada que ya se esperaba era la del señor Tardá, sí, aquel que en el mes de diciembre de 2008 gritó en el día de la Constitución “¡Muerte al Borbón!”, como si la Guerra de Secesión no hubiese terminado en 1714; una guerra, por cierto, en la que luchamos contra los Borbones tanto aragoneses como valencianos y catalanes, además de algunas regiones españolas. Hecha esta puntualización, el señor Tardá se descolgó con un no, previsible, acotando lo de la república de Cataluña... inexistente de momento.

Lo del señor Homs, defendiendo que el rey abdica para mantener el negocio familiar... lo dejo a vuestra reflexión personal. Sinceramente no puedo escribir lo que realmente debería; en fin, otro bípedo al que le pagamos un sueldo para que nos escupa en la cara cada vez que tiene ocasión.

En el Congreso hemos visto de todo. Desde camisetas con mensajes, hasta tetas de FEMEN, pasando por camisetas de selecciones nacionales de países que no son sino una nación integrada en otra; pero nunca, nunca, había visto una bandera, que llegó al Congreso escondida sin razón bajo una prenda de vestir, una bandera legal a todas luces, la ikurriña, esgrimida con tanto odio y tanta rabia como la que demostró Sabino Cuadra, de AMAIUR.

Parecía que ese señor estaba inmerso, sin evolucionar todavía, en un mitin ilegal de los oscuros años franquistas y berreó su eslogan en su lengua materna con una mala leche que me puso frío en el cuerpo, porque me recordó que son tipos como este los que les comen la oreja a los cachorros que forman la “kale borroka” para que salgan a quemar cajeros, contenedores y a lanzar piedras contra quienes no estén de acurdo con ellos. Además de todo esto, habló en un tono totalmente victimista llegando a tachar de imperfecta a la democracia española. Y tengo que decir que, en este último punto, Sabino Cuadra tiene toda la razón del mundo. ¡Si será imperfecta que permite que los cómplices de asesinato puedan defender sus ideas en el Congreso!

Pero ustedes se preguntarán, ¿qué coño tienen que ver los osos de Chihuahua con el Congreso de los Diputados? Yo les respondo que, ¡mucho! Me explicaré. En 2011, los osos negros, endémicos en aquella parte de México, abandonaban las montañas para alimentarse directamente de los contenedores de basuras. Las autoridades mejicanas dieron orden a la población de que los dejaran hacer porque era peligroso enfrentarse a ellos y lo mejor, dijeron, era dejarlo a sus anchas hasta que se cansaran. Es evidente que los animales no se han rendido porque el problema se agudizó en 2013 poniendo en serio peligro la vida de los seres humanos.

¿Ven el paralelismo? ¿Todavía no?; pues resulta que, como a los osos de Chihuahua, cuando estas alimañas políticas comenzaron a hablar paja y a decir tonterías, a comer mierda se dice en Venezuela, se nos aconsejó a todos que no les parásemos los pies porque se irían cansando poco a poco. Lo que en realidad han hecho, sin prisa pero sin pausa, ha sido llegar más lejos en sus desplantes y ofensas, en su falta de respeto a quienes les pagan y en educar mal a los más jóvenes imbuyéndoles mentiras y falacias históricas que, con el tiempo, se han convertido en axiomas de fe para quienes no tienen acceso a otras opiniones ni a la historia real.

Al dejar que estos iluminados del pueblerinismo más irracional y trasnochado hicieran lo que les saliera del “nap” o de su “zakila”, depende del idioma elegido para nombrar al hueso alegre de cada quisque, fuimos, y seguimos siendo, unos tontos del haba porque intentar ponerles freno, moderarlos, a estas alturas es algo más que imposible. Si se nos ocurriera tan solo intentarlo, además de mentir descaradamente como ya lo hacen con respecto a su situación en España, acrecentaríamos su victimismo llorón y pedigüeño presentándose ante la opinión mundial como reprimidos, que lo son pero en otro sentido, y acosados por las fascistas fuerzas del orden españolas, unas fuerzas tan fascistas que muchos de sus miembros pagan justas condenas por golpear en comisarías a jóvenes indefensos, mientras los que ordenan las algaradas callejeras, los que desencadenan los problemas, aquellos que dedican lo más claro de su tiempo, que afortunadamente no es mucho, a inflamar cerebros inmaduros, acceden al Congreso en calidad de diputados. ¡Tome nota de la importancia de la educación, Sr. Wert!

En resumen, por no quedar mal, por ser más demócratas que la misma e imperfecta democracia, el menos malo de los sistemas de gobierno que tenemos al alcance de la mano, por querer ser quijotescamente desprendidos y buenistas durante años, por no molestar para que no se enfadasen, hemos dejado que nuestros bípedos, nuestros osos de Chihuahua, hicieran lo que les viniese en gana y, ahora, nos tenemos que comer estas chuminadas de grado o por fuerza.

Para que podamos vivir en paz con nuestras virtudes y defectos, ¡referéndum ya!; pero para que los que no quieran estar aquí, se vayan de una puta vez.