EL GOBIERNO ALIENTA LA DELACIÓN ANÓNIMA DE LOS INFRACTORES A LA LEY ANTI-FUMADORES.

¿Será así en el futuro?
¿Será así en el futuro?

Si alguien albergaba alguna duda sobre el totalitarismo cuasi dictatorial que de vez en cuando saca a relucir este gobierno, con la actual legislación sobre el consumo del tabaco, la aparición de inspectores y el aliento del gobierno para que se delate a quien incumpla la ley, es suficiente para convencer a los recalcitrantes.

Empecemos diciendo que se habla de la PROHIBICIÓN expresa de servirse de una sustancia en TODOS los lugares públicos aún siendo DE CONSUMO Y VENTA LEGAL en todo el territorio español lo que, de entrada, vulnera el principio jurídico que preconiza que, lo que es legal, no puede ser prohibido. Entiendo que el tabaco, según los doctores en medicina, es una sustancia tóxica y dañina. La pregunta que primero me viene a la cabeza, por si no lo habían adivinado soy fumador, es que si el gobierno quiere cuidarnos tanto y mejorar nuestra salud, ¿por qué razón no acaba con el cultivo y la venta libre de este producto para que quienes disfrutamos de este vicio tan caro tengamos que ajustarnos a la ley o pasarnos a la clandestinidad? La respuesta es simple: No quieren perder los casi diez mil millones de euros que aportamos los fumadores a las arcas del Estado.

Ya me tienen hasta los mismísimos de un lenguaje gazmoño que avergonzaría a Ned Flanders, el vecino meapilas de los Simpson. Empezaron llamando desaceleración a la Crisis, luego hablaron de brotes verdes, de discriminaciones positivas para terminar intentando hacernos creer que esta ley es ANTI-TABACO cuando en la práctica es una ley ANTI-FUMADOR.

Estoy totalmente de acuerdo con la prohibición de fumar en los espacios públicos de uso obligatorio como pueden ser dependencias oficiales, evidentemente hospitales y centros de salud, escuelas y, en general donde el espacio tenga que ser compartido por fumadores y no fumadores; pero creo que la prohibición de fumar en todos los restaurantes, bares, cafeterías y lugares de ocio es, no solo excesiva, sino anticonstitucional.

Digo anticonstitucional porque mientras los consumidores de una sustancia cuyo consumo, venta y adquisición recordemos que es tan legal como el de la leche o el alcohol, no pueden entrar en ningún lugar de ocio, bar o restaurante, los que no consumen pueden hacerlo en todos. Esto parece una tontería pero no lo es ya que la ley en sí parte de una base falaz: Quienes no fumaban, no podían entrar en el local que ellos querían, habiendo locales para fumadores y para no fumadores entre los que elegir, y creían lesionados sus derechos. Para paliar este abuso de los fumadores, se ha aprobado una ley en la que quienes no fuman pueden entrar en todos los lugares y los fumadores en ninguno; pero si esto ya borra de un plumazo la igualdad que nos promete la Carta Magna, y recordemos que hablamos de una sustancia legal, también coarta la libertad de elección de los dueños de negocios privados, en los que ni la policía puede entrar sin una orden judicial, en lo que respecta a si deciden permitir que sus clientes fumen o no.

O sea que nuestro gobierno ha decidido que los negocios privados pasan a ser responsabilidad del Estado obligando a sus dueños a que tomen las decisiones que el Ejecutivo quiere. No bastaba con trabajar para ellos oficiando de recaudadores de impuestos como en el caso del IVA, que ahora también hay que vigilar que se cumpla la ley y delatar a quien la incumpla. Pensemos que respetar la ley, aunque esté mal hecha, es imperativo por parte de los ciudadanos.

La dictadura, el revanchismo de los no fumadores es muy superior a las malas maneras mostradas por algunos fumadores irrespetuosos puesto que, amparados por un Ejecutivo melindroso que parece vivir en el planeta de los Lunis, llegan a protestar incluso de que se fume en las terrazas. Viendo el invierno que tenemos encima, y a los fumadores en la calle, no es mi caso porque desde la entrada en vigor de la ley no he vuelto a pisar un local de ocio, veremos de cuántos catarros, bronquitis, gripes y enfriamientos, con sus correspondientes bajas laborales, es responsable la aplicación de una ley que, no podría ser de otro modo en España, demuestra que nuestros gobernantes son más papistas que el propio Papa.

Este gobierno justifica la ley diciendo que es equiparable a las promulgadas en Europa pero es mentira: La de España, un país que todavía sustenta su economía en el turismo y, por ende, en los lugares de ocio, es de lejos la más draconiana y extremista de todas las vigentes. Recordemos que uno de los recursos más utilizados por los gobernantes es que cuando hay un problema y no se sabe solucionar, se dicta una ley. Una ley es ley y, por el hecho de serlo, se acata. Podemos protestar contra ella porque hay vías legales para ello pero, mientras esté vigente, hay que obedecerla sin rechistar. Pero esta ley, a mí, me huele a chamusquina. Me parece solo un subterfugio recaudatorio para aumentar los ingresos del Estado encareciendo los impuestos del tabaco. Es necesario hacer notar que de cada cajetilla de tabaco que cuesta en el Estanco tres euros con ochenta, dos euros con setenta van destinados al Estado en concepto de impuestos. Ahora bien, aún desestimando estos datos aportados, la aparición de inspectores que vigilen el cumplimiento de los dicterios del gobierno en lo tocante a la ley ANTIFUMADOR, complementada con los consejos gubernamentales para que los ciudadanos denuncien de manera anónima a quienes violen esta ley, ya me huele a excremento revenido de babuino en celo.Pero no solo el gobierno va a recaudar más dinero. Los Ayuntamientos están engrasando sus calculadoras para gravar con más impuestos las terrazas que pasarán de utilizarse sólo durante el buen tiempo, a ser un elemento usado durante todo el año. Sin contar que, como las cosas sigan por este camino, muy pronto volveremos a ver el contrabando de tabaco por las costas.

Muchos aducen en favor de esta disposición que a partir de ahora, con la aplicación de esta ley, ya podrán ir con sus niños a bares y restaurantes sin miedo a que los infantes aspiren humos nocivos y tienen razón… siempre y cuando los padres consideren que un lugar en el que se expenden bebidas alcohólicas es el sitio idóneo para un menor que también por ley, recordemos, tiene prohibida la entrada en esos locales si no va acompañado de una persona mayor de edad. A ver, camarada Pajín, cuando esos niños asilvestrados comiencen a correr por el restaurante o el bar dando aullidos como posesos, brincando y molestando a quienes aspiramos a tapear o comer en santa paz aunque sea sin derecho a pitillo, ¿dónde debo denunciarlos?; otra pregunta, camarada, cuando algún miembro, o miembra, de la parroquia del bar se pase de copas y comience a molestar, ¿a quién debo recurrir?; cuando llegue a un bar en el que los servicios estén inmundos ¿debo delatar al dueño del local o al cliente cerdo que los ha dejado en ese estado?; cuando un cerdo o cerda, tosa sobre las tapas sin ponerse la mano frente a las fauces, ¿a quién delato?, ¿al porcino en cuestión o al dueño que incumple la normativa de tener las tapas protegidas por un aparato de vidrio?

El problema no es solo a la hora de enfrentarse a las múltiples violaciones de todas las leyes sino al hecho de verme en la obligación de delatar. ¿Delaciones anónimas como en tiempo de la inquisición?, ¿inspectores? Le recuerdo señora ministro (ministro, del latín, minister, que significa servidor y no dictador como usted parece creer) que en bares y restaurantes, en lo que a sanidad se refiere ya se tiene que hacer por ustedes el trabajo de analizar el agua y vigilar las temperaturas de los congelados entre otras cosas que son responsabilidad de los funcionarios de su ministerio y ahora, además, ¿tenemos que velar por el cumplimiento de una ley totalitarista y arbitraria? Con un par.

A nada que se esfuercen ustedes en continuar con su fundamentalismo talibán de la bobochorrez, en pocos meses la faz social de la España que conocíamos hace ocho años habrá cambiado por completo. Es tan patético ver a los fumadores en la puta calle consumiendo una sustancia legal, como observar a los dueños de los bares tratando de controlar que sus clientes no salgan a la calle con copas porque, por si fuera poco, también está prohibido beber en la calle; ni quiero hablar de los que aprovechan la salida a echar el pitillo para irse sin pagar del local, que los hay. Ante tal acumulación de soplapolleces, se me ocurre retarles a ustedes. Les echo un órdago a todo. Soy fumador y os desafío: ¿A que no tenéis los redaños suficientes para prohibir el cultivo, la venta y el consumo de tabaco? Os faltan cojones.

POSTDATA: Me temo que después de los inspectores y la nueva “labor social” de los chivatos, soplones, perras y otras alimañas vengativas, aparecerán los alcaldes de cuadra, como en Cuba. ¿Para cuándo la reaparición en escena de las checas para fumadores y los Comisarios Políticos, camarada Pajín?