LA EXCELENTÍSIMA CAMARADA AÍDO

¿Otros posibles condecorados en un futuro próximo?
¿Otros posibles condecorados en un futuro próximo?

Adolf Hitler dijo en el año 1939: “Un judío, independientemente de su edad, es claro que es un ser vivo; ahora bien no puede afirmarse que sea un ser humano, no hay base científica para ello”. Esta frase, aún hoy, nos pone los pelos de punta y no hay ningún ser humano, creo, que no la repudie. Por su parte, Bibiana Aído, ex ministro de Igualdad dijo en 2009: “Un feto de trece semanas es un ser vivo, pero no puede ser un ser humano porque eso no tiene ninguna base científica”. ¿Qué pasó después de esta afirmación? Pues en este país de tontos del culo, muerdemangas y lamebraguetas, la mayoría borreguil insultó a quienes repudiaron esta opinión, llamándoles fachas y retrógrados, y la mayoría de nuestros políticos, siempre atentos a la que salta en cuestión de gilipolleces supinas, en lugar de desdeñar tamaña burrada, la convirtieron en ley de obligado cumplimiento.

Hasta aquí, todo normal (la repetición de estas soplapolleces durante los últimos años nos ha curtido tanto a los españoles que, un despropósito de este calibre, se puede calificar como rutinario); lo que ya no me suena tan bien, lo digo de manera personal, es que a la ex miembra del gabinete ministerial la hayan condecorado con la Gran Cruz de Carlos III, que según sus estatutos se concede a quienes han hecho grandes servicios a la Patria, en este caso España, y a quienes han demostrado su afecto inquebrantable a la Corona, en este caso al Rey de España. Bibiana Aído (a quien vemos en la fotografía saludando con el puño en alto, gesto claramente republicano y antimonárquico, junto a otros mandatarios mundiales, demócratas de toda la vida, que suelen utilizar este símbolo en sus moderados discursos a la ciudadanía de sus respectivos países), ha debido hacer grandes cosas por España en su corto deambular por el ministerio de igualdad, creado ad hoc para ella, porque afecta, lo que se dice afecta a la corona, como se ve, no lo es mucho.

Claro que no sé por qué razón la gente ha cogido un monumental cabreo con el asunto de la medalla si desde el año 2002, por ley, esta condecoración se concede de oficio a todos aquellos personajes y personajillos que hayan ostentado el cargo de ministros por lo que, dentro de poco tiempo, espero que muy poco, serán condecorados con la misma Gran Cruz, gente como Pepiño Blanco, Manuel Chaves, Leire Pajín, Ramón Jáuregui, Ángeles González-Sinde, Miguel Sebastián y el señor Caamaño; pero ¿por qué se rasgan las vestiduras con el asunto de la Gran Cruz? ¿Qué esperaban de una condecoración cuyo Canciller es, de oficio, el Presidente del Gobierno?

Vamos a dejarnos de tonterías. La condecoración que le han otorgado a la camarada Aído, es una gran cruz en horas bajas, devaluada se puede decir, y ha perdido toda la categoría que podía tener cuando se creó; recordemos que también se la concedieron al señor Driss Jettou, ministro marroquí de asuntos exteriores y responsable político de la ocupación militar, por parte de agentes marroquíes, del islote Perejil el 11 de julio de 2002, y nadie dijo nada en contra de aquella decisión.

Mi protesta no es contra la concesión de la Gran Cruz en sí, sino en contra de la desvergüenza de una persona republicana que acepta una condecoración monárquica que, para más recochineo, lleva en el centro de una cruz, parecida a las que el gobierno del que formaba parte la camarada Aído ordenó retirar de las aulas, un medallón con la imagen de la Inmaculada Concepción. ¡Hay que joderse! ¡La Inmaculada, símbolo católico fundamentalista donde los haya, apoyada en el anca de la defensora del amor libre, de los condones, del mapa del clítoris, de la masturbación y del aborto!

Está claro que este país, desde hace unos años, es carne de psiquiatra. Una camarada, de las de puño en alto y “La internacional” a voz en cuello, como la ex ministro Aído, si fuese consecuente con lo que predica, con lo que defiende, debería haber declinado el honor y no aceptar una condecoración que, tanto en su fondo como en su forma, choca frontalmente con los principios que patrocina a diario en mítines y entrevistas; y aunque también le quedaba la no menos airosa salida de devolver la condecoración por no estar de acuerdo con sus principios y su filosofía de vida, ni ha declinado el honor, ni ha devuelto la condecoración. ¿Por qué? ¿Será que a la camarada Aído se le abren las carnes al ser tratada de Excelentísima Señora? ¿Será que los principios que dice defender para ella son papel mojado? ¿Será que una cosa es predicar y otra, muy distinta, dar trigo?

De momento, por lo que esta Excelentísima Señora de nuevo cuño, he escrito "cuño", ha hecho por nuestro idioma (pedir la inclusión de la palabra miembra en el DRAE, porque guay y fistro que según ella son expresiones inglesas que recoge el diccionario, y otras lindezas que delatan su incultura), por lo que ha hecho en favor de la paz social (la aprobación de una ley del aborto totalmente estúpida, la crispación social por la igualdad sin meritocracia y otras perlas) y por sus afirmaciones claramente extremistas y nazis, como la que está al principio de este artículo, no merece la condecoración; esto, sin contar con que, el día que se la ponga para acudir a un acto oficial, con la jet set, que no con los camaradas obrerazos de su partido que no están de acuerdo con estas cosas, la Inmaculada puede desaparecer del medallón de la Gran Cruz, siendo la primera vez en la historia que se ve a un esmalte corriendo despavorido por la Gran Vía madrileña.