LA LEY DEL ABORTO

¡HAY QUE JODERSE QUÉ MODELNOS SEMOS!

Mi bandera personal en este asunto
Mi bandera personal en este asunto

En este país, al menos que nosotros sepamos, se gasta una buena cantidad de dinero en informar a los jóvenes de todos los métodos anticonceptivos que se pueden adquirir para evitar los embarazos no deseados; incluso hay comunidades autónomas que educan a los futuros adolescentes en la masturbación y editan folletos con el mapa del clítoris para que vayan tomando consciencia de su lugar en la sociedad. Si ahora debemos expandir la ley del aborto, una de dos: o los planes de información sexual no están funcionando en absoluto o, si lo hacen, la ley es un despropósito; claro que también podría darse el caso que el tiempo que debería utilizarse para educar a los adolescentes en los métodos anticonceptivos lo estén usando para enseñarles, dentro de su derecho al amor libre, las mucho más “instructivas y necesarias” técnicas de masturbación.

De cualquier manera, desde esta página propongo crear mi propia corriente de opinión unipersonal para hacer una manifestación en solitario (al ir yo solo no necesito hacer una convocatoria) en clara oposición a las feminazis que se han impuesto la tarea de hacer cuanto les venga en gana, con la excusa de que las mujeres deben ser liberadas como la Jerusalén de Torquato Tasso: Por la vía de las armas. Pero como todo grupo político, aunque sea formado por un sólo miembro, ha menester de símbolos identificativos, necesito una bandera y un anagrama que me represente y, para luchar con las mismas armas gráficas, debo utilizar los mismos elementos que algunas feminazis han creado para ellas.

Veamos. Si ellas utilizan el color lila porque las han pasado moradas, para mi bandera elijo el color negro por dos cosas: Primero porque es la negación de todo color y en segundo lugar, aunque no menos importante, para demostrar que estoy de luto por la muerte de la cordura. Como símbolo, ellas hacen un gesto con las dos manos que recuerda vagamente la forma de una vagina. Pues bien, como soy un hombre y no sé hacer dos cosas a la vez, sólo puedo hacer uso de una mano por lo que mi símbolo para que recuerde el pene es poner enhiesto el dedo corazón, con el resto de los dedos cerrados recordando el “paquete testicular”. El conjunto de mi bandera y mi logo para opinar sobre la nueva ley del aborto queda pues adoptado y, para los restos, será el emblema que defina mi opinión sobre esta decisión gubernamental.

Algunos de nuestros dirigentes, supongo que la mano de Bibiana Aído, la incombustible “miembra” del gobierno, titular de la cartera de “Igualdad” (?), es una de las que más ha empujado, han decidido que las mujeres de dieciséis años pueden abortar sin comunicarlo a nadie y este despropósito, convertido en Ley, ya es aplicable; hay quien comenta que para ponernos a la altura de los demás países europeos. ¡Con un par!

En primer lugar, si queremos equipararnos a los europeos, debemos de hacerlo también con sueldos e impuestos porque, aunque para callarnos la boca nos dicen que ellos hacen frente a muchos más impuestos que nosotros, a un europeo, de media, le pagan la hora de trabajo a trece con cincuenta euros después del pago de tasas, un precio al que nosotros, mileuristas recalcitrantes, no podemos ni soñar; pero en este país que nos toca sufrir, nos equiparamos a los demás europeos en lo excesivo y en lo menos urgente.

Partiendo de la base que nuestras leyes ya permitían el aborto con unas condiciones congruentes, leyes con las que, por cierto, estaba perfectamente de acuerdo, el feminismo radical e intransigente ha decidido que eso era muy poco igualitario y había que extender la ley hasta donde le salga de los pelos del moño a nuestra ministra de igualdad bibiana aído. No, no es un error de escritura: Lo escribo todo en minúsculas primero, porque una persona que se decanta de manera furibunda por una opción no puede estar al frente de un proyecto que busca la igualdad y, en segundo lugar, porque si ella se pasa los dictámenes de la Real Academia de la Lengua por el mapa del clítoris, yo me puedo pasar el respeto por el forro del arco de triunfo.

Volviendo al asunto de la ley del aborto sorprende, y mucho, que quienes protestan por la muerte de los toros en las corridas, sean quienes aplaudan el hecho de que una adolescente de dieciséis años sea legalmente capaz de decidir un aborto sin comunicárselo a sus padres. Recapitulemos con un mínimo de coherencia. En este país, con solo dieciséis años de edad, no se puede comprar tabaco, no se pueden consumir bebidas alcohólicas, no se puede entrar en un bar si no es en compañía de un mayor de edad, no se puede conducir, ni se puede votar, porque las leyes españolas consideran que una persona de esa edad no es lo suficientemente madura para ser responsable de esos actos y sin embargo ¿lo es realmente para decidir un aborto?

Sin entrar en si es moralmente lícito abortar o no, estamos hablando de legalidad y no de ética, las mismas leyes que determinan la mayoría de edad, la responsabilidad civil y la madurez legal, son violadas por esta nueva disposición para que las ansias de supremacía clitoridiana mostradas por la camarada bibiana la dejen dormir en paz con la falsa creencia de haber cumplido con su deber; para mí que la camarada aído está convencida de que todavía vivimos en los tiempos previos a la Guerra Civil y ha iniciado una cruzada para demostrar que los hombres somos poco menos que la parte inservible del pene. En lugar de gastar pólvora en salvas para que las feminazis, que no las mujeres sensatas que luchan por la igualdad de la mujer en la sociedad actual, le aplaudan babeantes en sus akelarres partidistas, debería dedicarse a buscar una verdadera igualdad de la mujer tanto en el terreno laboral como en el social cosa que, como es evidente, no le interesa en absoluto porque esos logros no le darían tanta publicidad como los gestos que hace de cara a la galería.

Y es que esta ley, que viene pregonada con fanfarrias de “modelnidad”, me parece un paso atrás en la verdadera lucha por la igualdad de la mujer. Un aborto causa una serie de deterioros físicos en el cuerpo femenino, que no sufre el macho que engendra la criatura, sin contar con las posibles secuelas psicológicas que pueden condicionar la vida de la mujer. Repito ¿no sería mejor hacer hincapié en los métodos anticonceptivos que extender la ley del aborto? Claro que, a lo peor, la camarada bibiana considera que, a la larga, es más barato para la Seguridad Social costear un aborto que enseñar a usar un condón. ¡Con dos cojones, bibiana!