CARTA ABIERTA A DON MARIANO RAJOY BREY

Señor Rajoy:

En este país de pandereta que nos toca sufrir, su imagen se ha identificado desde hace algún tiempo con la del gafe, del mal fario y la de la mala suerte puesto que, cada vez que intenta salir del hoyo en el que se encuentra metido, políticamente hablando, si tenemos en cuenta la puntuación que conceden los españoles en las encuestas a su gestión al frente de la oposición, alguno de sus compañeros de partido, cuando no usted mismo, hacen o dicen algo que les sume en el ridículo total haciéndoles retroceder tres o cuatro casillas en el juego de la intención de voto; pero esta percepción no se ajusta en absoluto a la verdad puesto que, si hay alguien que tiene suerte en España es usted, Don Mariano. Me explicaré.

La mala memoria de la que hacen gala los votantes de este país debería ser considerada como legendaria puesto que en caso contrario, si los votantes estuviesen menos radicalizados y tuviesen un poco más de memoria, las meteduras de pata que perpetró en el asunto del “Prestige”, en su gestión en el Ministerio del Interior, silenciando primero, negando a continuación y justificando por último las reuniones mantenidas entre el Gobierno presidido por el señor Aznar y la banda terrorista ETA, a la que en alguna ocasión nuestro excelso presidente becario de Bush llegó a nombrar como Movimiento de Liberación Vasco y el reiterado empeño en defender que los luctuosos atentados del 11M eran obra de ETA, serían razones suficientes para que no ocupara en este momento el puesto del que disfruta, habiendo salido ya de la vida política por la vía del ridículo y la ineptitud; pero usted tiene mucha suerte, primero por hacer política en este país y por tener los adversarios a los que se opone.

Los humoristas de este país que se ocupan del humor inteligente(?), recordemos que son casi todos de inclinaciones políticas de izquierdas, salvo el señor Pablo Motos que no niega sus preferencias centro-derechistas, han encontrado un filón en el Partido que le apoya para asaltar la Presidencia de Gobierno y, sólo por éso, se mantiene usted en la palestra porque, no lo puede negar, sus intervenciones en el Parlamento siempre con el no en la boca, siempre comentando negativamente todo y siempre dispuesto a crispar el pobre panorama político de España, no le darían a usted el protagonismo que tiene de no ser ridiculizadas constantemente por estos vividores de la ridiculización ajena.

Por si todo este apoyo fuera poco, frente a las declaraciones de personajes tan relevantes como el ex-presidente Aznar o Esperanza Aguirre, las suyas, señor Rajoy, parecen incluso moderadas y conciliadoras. Si a ésto le añadimos la nefasta actuación del Gobierno Socialista durante los últimos años, los despropósitos del señor Rodríguez Zapatero y las horripilantes declaraciones y actuaciones de la “miembra” del gabinete ministerial, la señora Aído o las no menos esperpénticas de la muy irreductible camarada Pajín, le permiten a usted aparecer, o presentarse a sí mismo, como un presidenciable con una gran parte de apoyo popular. ¡Éso es suerte!

Claro que, a veces, a su partido político le salen forúnculos de los que no es fácil poder desembarazarse. El caso Gürtel, Camps, Costa, Bárcenas, Fabra etc., etc.; pero en esas ocasiones usted está sembra'o porque, guarda un silencio obstinado, aparentemente cenutrio, que a la larga le hace parecer como un mandatario inteligente, dejando que las cosas se solucionen por sí mismas y así, sin mojarse en absoluto, deja que sus perros de presa griten, justifiquen, acusen y echen mano sin ningún rubor del tan socorrido y recurrente recurso del “pues anda que tú”, mientras usted, Don Mariano, se queda en la colina como los generales de tiempos pasados, en tanto que los jefes, oficiales y suboficiales de su partido se baten el cuero en el llano haciendo frente a las hordas rojas que intentan balcanizar la España una, grande y pepera con la que ustedes sueñan.

Tuvo usted suerte en el accidente de helicóptero, de lo cual me alegro, y tuvo suerte cuando ganó las elecciones el señor Rodríguez Zapatero porque, reconózcalo, la herencia Aznarista que iba a pasar a sus manos, con una España hasta los cojones de decretazos y leyes porque sí, le hubiera explotado más temprano que tarde sin que usted pudiera hacer nada para evitarlo; también le sonrió la diosa Fortuna al no tener que encarar desde el gobierno la violenta crisis económica creada por el señor Aznar a golpe de ladrillo y por los bancos y cajas de ahorro a golpe de inversiones y concesión de créditos de riesgo para la compra de bienes inmuebles. En resumen, es usted un tipo con mucha suerte, señor Rajoy.

Sé que aún habrá personas que dudarán de mis afirmaciones pero, para terminar de convencer a esos incrédulos bastará con decir que ya nadie recuerda su paso, señor Rajoy, por la presidencia de la "Comisión de Control Parlamentario de RTVE" en los tiempos en los que este ente público ha sido más manipulado, como lo es ahora TeleMadrid por la señora Aguirre, ni se acuerdan tampoco del apoyo furibundo que brindó usted al señor Aznar en el turbio asunto de la guerra de Irak, ni de su gestión al frente del Ministerio de Educación; y es que, Don Mariano, usted tiene suerte de que en este país todavía sigamos enzarzados en la misma política radicalizada precursora de una guerra civil que terminó realmente hace setenta y un años y de que tengamos un gobierno más preocupado por mariconadas, minorías, alianzas de civilización, prohibiciones y aboliciones que por administrar y gobernar España de acuerdo con lo que la mayoría decida.

En cualquier otro país, señor Rajoy, la rastra de chorizos descubiertos en los dos partidos mayoritarios, hubieran supuesto la descalificación inmediata de los responsables paralelamente a su defenestración política a perpetuidad, haciendo que los gerentes de estas formaciones políticas presentaran su dimisión; pero aquí, en esta España de nuestros dolores, no dimite nadie y personajes como los que hemos nombrado, junto con otros que todavía permanecen en el anonimato, siguen detentando cargos políticos de relevancia mientras usted, y algunos jamelgos del otro partido mayoritario, miran hacia otro lado mientras silban disimuladamente el oé-oé-oé-oééééé y se refugian en la victoria de “la Roja” (encima con alusiones políticas don Mariano) en tierras de los negritos que antes sustentábamos con las donaciones del Domund.

Resumiendo, señor Rajoy, ¡qué suerte tiene usted!, a pesar de que, si los que no hacen nada en el gobierno le están facilitando su posible llegada a la Moncloa, los capitostes más destacados de su partido vayan dando imperceptibles pasos de lado hasta que, al final, lo vayan a dejar solo en casa, como el rubito de la película, pero sin tener ni los recursos ni la capacidad para defenderse de quienes quieren robarle su puesto.

Esperando por su bien, y por el nuestro, que no llegue a la presidencia del Gobierno, se despide atentamente prometiéndole mi voto... en blanco.