CARTA ABIERTA A DOÑA CARME CHACÓN PIQUERAS

Dientes, dientes, que eso les jode.
Dientes, dientes, que eso les jode.

Señora Chacón:

Partamos de la base cierta que el hecho de ser mujer no fundamenta mi malestar contra su desempeño a la cabeza del Ministerio sino a las diferentes actuaciones que usted ha llevado a cabo, que serían igual de negativas aunque usted se llamase Manolo, cargase pelo en pecho, fuese a los toros, le gustase el fútbol y fumase “Farias”.

Como usted muy bien sabe, el hecho de elgir a una mujer para encabezar el Ministerio de Defensa es algo normal y en otros países ya se había llevado a cabo con buenos resultados como fue el caso de Michelle Bachelet en Chile; pero a nadie se le hubiese pasado por la cabeza proponer para este cargo a un hombre que se declarase pacifista convencido, como a nadie se le ocurriría elegir como Ministro de Defensa a un partidario de que su región se separe del país de cuyo Ejército va a ser responsable. ¿Digo a nadie? Al señor Rodríguez Zapatero no sólo se le ocurrió sino que lo hizo; quizás para defender su idea de la paridad por encima de la meritocracia ya que, como todos sabemos, ser el primer gobierno de España que ponga a una mujer pacifista a la cabeza del Ministerio de Defensa, es guay y mola mazo porque es un signo claro de la “modelnidad” que distingue el nefasto “buenrollismo” del que hace gala nuestro Ejecutivo.

Antes de entrar en materia, señora Chacón, le voy a revelar un secreto que sus antepasados, probos militantes de “Esquerra Republicana de Catalunya” quizás no le contaron: El ejército no es un invento franquista ni es fascista por definición aunque, para desgracia de usted y sus loables ideas de paz en el mundo, quienes son funcionarios de las Fuerzas Armadas, sobre todo quienes usan como herramientas de trabajo fusiles, pistolas y otros útiles por el estilo, deben ser personas dispuestas a morir o matar en el desempeño de sus funciones puesto que así está contemplado en su “convenio laboral”. Simplemente por esta peculiaridad, quienes deciden trabajar como soldadados, exceptuando a los que sólo se enrolan para conseguir los papeles de residencia o la nacionalidad española, tienen un carácter especial y, en esencia, deben de ser bichos prestos a la acción, dispuestos al combate y, para no extenderme, gente vigilante, con el colmillo retorcido y cara de pocos amigos en el transcurso de su trabajo, independientemente de su sexo o condición. En resumen, un soldado no es precisamente Teresa de Calcuta.

Por lo expuesto en el párrafo anterior es fácil comprender que los que dedican su vida a trabajar en el Ejército, máxime si su labor debe desempeñarse en zona de conflicto, necesitan de líderes que comprendan sus problemas, su situación y su forma de actuar y, antes que nada, precisan un Gobierno que les defienda de los ataques de quienes parecen tener como única misión en este mundo menospreciar a quienes se juegan la vida en misiones que, paradójicamente, han sido ordenadas por ese mismo Ejecutivo que no se acuerda de ellos más que cuando llegan en un cajón de madera para celebrar, digo bien, CELEBRAR, unas exequias oficiales con piporro, medallas póstumas y, lo más importante de todo, muchos periodistas. Si todos ustedes, es decir el Gobierno de España, y usted misma camarada Carme, acompañada por don Julio, ese general tan barbado y elegante que parece de guardarropía, se han empeñado en acabar con el Ejército, les puedo asegurar que han elegido el camino correcto. Me explicaré.

Un soldado en combate necesita de un apoyo que no es razonable por la vía del “talante” y la progresía porque, para trabajar ante fuego hostil, se precisa de algo más que el raciocinio. La mística militar, las tradiciones y el espíritu de quien trabaja en las Fuerzas Armadas es y ha sido, en todos los ejércitos del mundo, ese soporte que permite a personas en la flor de su existencia, poner en juego su vida para defender a sus compatriotas según las órdenes recibidas; pero ustedes han acabado con esos soportes porque piensan que son conceptos “fachas” y, sólo por éso, por desconocer los especiales resortes de este funcionariado tan sui-géneris, ya deberían haber sido descartados tanto el general de aspecto remilgado, como el Gobierno y por supuesto usted, señora Chacón, para regir los destinos de un grupo de personas que no merecen ser tratados con la frialdad y el desprecio como el que ustedes les demuestran día a día.

Desde que ustedes se han hecho cargo de este Ministerio, se han empeñado en cambiar la historia de nuestro ejército, no hay más que ver la política que se sigue en la transformación de los Museos Militares, convirtiendo a los héroes en villanos como si se avergonzaran de que en este país hayan existido españoles, le recuerdo que oficialmente se nos conoce bajo este apelativo en general desde hace siglos, mucho antes que entrásemos en la gilipollez de ser vascos, catalanes, aragoneses o de Matalascabras del Duque, hayan existido españoles, repito, que con desprecio de su propia vida hayan contribuido a llevar a este país hasta el lugar en el que está; la suerte que tienen ustedes es que su incompetencia personal pasa desapercibida ante la falta de cultura histórica de una gran parte de la población joven de España que desconoce, por supina ignorancia, que el capitán Alatriste no es un personaje de ficción sino el arquetipo del soldado español, siempre mal visto, porque su heroísmo desprendido pone al descubierto el poco cariño que los sucesivos gobernantes de este país le tienen a la Nación que les ceba como a cerdos mientras engrosan sus arcas personales con salarios de escándalo en comparación con lo que devenga un soldado en combate.

Hace algunos años, cuando a muchos españoles les tocó hacer la “mili”, aquella especie de funcionariado interino por obligación, se les inculcaban una serie de valores entre los que primaban el SERVICIO, el SACRIFICIO y el AMOR a su país que, al menos entonces, eran los tres pilares sobre los que se apoyarían los soldados en caso de conflicto para poner su vida al servicio de sus conciudadanos. Ustedes, desde Felipe González a Rodríguez Zapatero, pasando por el ínclito becario de Bush, han dejado muy claro que el único SERVICIO válido y rentable es aquel que se hace al partido político al que se pertenece, que el SACRIFICIO sólo debe ser hecho por los que menos tienen y que el AMOR a un país es cosa de fascistas sólo justificable cuando, en lugar de a un país se ama a una parroquia, a una aldea o a una región en particular porque, entonces pasa de ser fascismo a ser nacionalismo lo cual, al menos desde su punto de vista, es radicalmente distinto.

Si su idea era acabar con el patriotismo visceral en las Fuerzas Armadas, les felicito porque lo están consiguiendo. Pero quisiera que antes de estrecharse las manos y brindar con cava se hagan las preguntas que yo mismo me planteo.

  • 1) Si no es de recibo que un legionario llore cantando “El novio de la Muerte” porque es cosa de fascistas, ¿sí es admisible el moquear hasta el orgasmo cantando “Els segadors” o el “Euzko gudari ak gera”?.
  • 2) Si es de fascistas gritar “¡viva España!” como expresión de reconocimiento de pertenencia a un lugar geográfico, ¿no lo es llenar de babas la Diagonal o la parte vieja de San Sebastián gritando “¡visca Catalunya!” o “¡gora Euzkadi!”?.
  • 3) Si no es progresista que un soldado respete la bandera española, ¿lo es que morree con lengua una ikurriña o una senyera, que por cierto es un robo manifiesto de una enseña ajena?

Ustedes, señora Chacón, tienen dos varas de medir una para los suyos y otra para aquellos que no lo son. El hecho de tratar de convencernos que nuestro ejército está para repartir tiritas, biberones y gominolas en territorio extranjero en lugar de reconocer que están en guerra para defender una idea o luchar para que el terrorismo islámico, no me cuadra. Entiendo que para usted y su camarilla de ineptos, sea difícil explicar el por qué el ejército español debe actuar en territorio extranjero para defender a los ciudadanos españoles; sobre todo teniendo en cuenta la incongruencia de que nuestro presidente y sus adláteres se llenan la boca proclamando su voluntad de integración y su defensa de la Alianza de Civilizaciones que, en esencia, es lo contrario que está obligado a sostener nuestro ejército en Afganistán o el Líbano.

Abreviando el rollo, un “Osito Amoroso” como usted, que pretende hacer de nuestros soldados una ONG de reparto de ayuda humanitaria, no merece liderar un grupo de profesionales que, puntualmente, deben convertirse, por mor de las órdenes del Gobierno de esta nación, en una manada de lobos dispuestos a dejarse el pellejo defendiendo los intereses del estado que, al fin y al cabo, a pesar de sus ideas separatistas señora Chacón, somos todos los españoles.

A lo mejor la idea de convertir nuestro ejército en una ONG no sería tan mala teniendo en cuenta toda la parafernalia que se ha hecho para liberar a dos cooperantes de “Barcelona Solidaria” pagando un rescate que, al final, servirá para comprar armas que harán necesaria la presencia de soldados en misiones de pacificación. ¿Se puede ser más torpe?

Atentamente, o no...

José Manuel Mójica Legarre