LA REVISTA “AYER Y HOY” HEREDERA DE UN COMPROMISO CENTENARIO CON LA COMARCA DE LAS CINCO VILLAS

Gerardo Miguel Dehesa
Gerardo Miguel Dehesa

Cuando llega a nuestras manos la revista “Ayer y Hoy” con las informaciones de la comarca, algunos piensan que es demasiado pequeña o que los contenidos no son todo lo extensos que cabría esperar; pero la publicidad es la que debe pagar los gastos de edición puesto que la revista es repartida gratuitamente, y, como es normal en estos tiempos mercantilistas, lo urgente, el dinero, a veces quita espacio a lo importante que es el contenido; pero nadie parece darse cuenta de que los reporteros y profesionales que trabajan en “Ayer y Hoy” se ven obligados a realizar equilibrios para dejar espacio a todas las opiniones y al mayor número posible de noticias para que el derecho a la información pueda seguir siendo gratuito. Explicado este punto que deseaba aclarar antes que nada, entraré en materia, justificando el titular que encabeza este trabajo.

Todavía no tengo muy claro si quienes trabajamos o colaboramos en “Ayer y Hoy” sabemos a ciencia cierta la responsabilidad que echamos sobre nuestros hombros a la hora de transmitir a nuestros paisanos el devenir diario de las Cinco Villas, nuestros sueños o la historia de nuestra comarca porque la publicación que nos antecedió, aquella que fue pionera en una tarea que tratamos de llevar adelante, cumple ahora cien años de su concepción.

Corría marzo del año 1910 cuando tres cincovilleses preocupados por la situación de la comarca se reunieron para tratar de hallar soluciones a los problemas de las Cinco Villas. El ejeano Gerardo Miguel Dehesa junto con el abogado Manuel Maynar Barnolas y Eloy Chóliz Sánchez , naturales de Valpalmas, comprendieron que los principales problemas que aquejaban a la comarca eran la falta de riego de las tierras y las muchas deficiencias en las comunicaciones. El primer resultado de estas conversaciones se tradujo en la creación de la “Junta de Defensa de las Cinco Villas” que vio la luz a finales de ese mismo año, y que, durante algún tiempo fue una de las pocas voces que se ocuparon en hacer patentes las injusticias que nuestra comarca sufría; pero no sólo la Junta nació de aquellas conversaciones puesto que también decidieron crear una publicación en la que pudiesen hacer públicas sus opiniones y sus reivindicaciones. Así, dos años más tarde, vio la luz un periódico bimensual, quincenal diríamos hoy, que bajo el encabezado de “Cinco-Villas. Periódico regional independiente bimensual”, comenzó a comercializarse el día 16 de Marzo de 1912 y que, a lo largo de 48 números, fue la voz en el desierto que clamaba para que las necesidades de nuestra comarca hallasen solución. (Consultar “Prensa en las Cinco Villas” obra de Marcelino Cortés Valenciano).

El primer domicilio social de esta publicación estuvo en Zaragoza, en la calle Cerdán número 19 y la administración en la calle Don Jaime I, 21. La suscripción anual era de 2, 50 pesetas, precio que no varió en los dos años de existencia, a pesar de la cantidad de veces que estos tres próceres tuvieron que poner dinero de sus bolsillos para terminar de pagar la impresión de los mil ejemplares de tirada que se imprimían de cada número en la zaragozana imprenta “Tipografía la Académica” de la calle Cinegio número 3, zurciendo así las pérdidas que arrojaban los balances y postergando cuanto pudieron una asfixia económica que terminó por asesinar aquella iniciativa.

Leyendo con el detenimiento que merecen las páginas de aquel “Cinco Villas”, que considero padre de “Ayer y Hoy”, en la edición facsímil magníficamente editada en 1989 por el Centro de Estudios de las Cinco Villas que fue coordinado por Javier Lambán y María Ángeles Casalé, se puede hallar el reflejo de la vida social cincovillesa de aquel entonces. No puedo recopilar en tan parco espacio todo cuanto se puede extraer de aquellos escritos, pero tampoco puedo vencer la tentación de citar algunas cosas destacables.

Antes de nada llama la atención la enorme refriega escrita que mantuvieron estos tres “jabatos” en el asunto del tren de Gallur a Sádaba, tema sobre el que próximamente publicaré en este mismo espacio un extenso trabajo, y sorprende cómo los alcaldes de pueblos como Luna, Luesia, Sádaba o Castiliscar, pongo por ejemplo, que por aquel entonces rozaba el millar de habitantes, se dirigen por escrito a la redacción del “Cinco Villas” con una prosa que para sí quisieran muchos periodistas actuales, defendiendo sus respectivas localidades o para mediar en un debate que, por momentos se convertía en lucha abierta entre los partidarios de una u otra solución al problema del riego o al de las comunicaciones.

La dirección de “Cinco Villas”, en su primera edición, nombró corresponsales a todos los secretarios de los Ayuntamientos, pero merecen ser resaltados algunos colaboradores que se dirigían a la dirección del quincenal para dar a conocer su opinión. Entre ellos voy a destacar al maestro de Castejón de Valdejasa, Antonio Bendicho que puso de manifiesto el abandono que sufría aquella población, además de hacer notar la falta de carretera y de electricidad. Ramón Escagüés y Hermenegildo Abarca, desde Uncastillo, también opinaron sobre el tranvía de Ejea a Gurrea de Gállego. Pedro Lapieza y Pedro Tafalla, desde Castiliscar, fueron de los más activos comentando temas como la prolongación del tren Gallur-Sádaba hasta Sangüesa, el de la carretera de travesía de Castiliscar que estaba pendiente desde 1860 y otras reivindicaciones. Leonardo Corbellán desde Sos del Rey Católico reclamó una carretera de Sos a Ruesta y, para terminar una relación que se haría larguísima, Manuel Villacampa, desde Malpica, sollicitaba una estación de tren, o apeadero, que no distase más de dos o tres kilómetros del pueblo.

Sólo por mera curiosidad, voy a reseñar que el ya citado Pedro Lapieza, en un artículo que tituló “El tiempo, la cosecha, la travesía, el puente de Gallur”, harto de la actitud de los políticos de la época, llamó a la insurgencia civil con estos versos situados al final de su escrito:

Yo creo que a la violencia

tenemos que recurrir,

pues sumisión y obediencia

llegarán a tener fin.

Si todos Ayuntamientos

presentan su dimisión

sin que los contribuyentes

paguen la contribución,

veremos cómo gobiernan

los Jefes de la Nación.

Creo que no hacen falta comentarios; pero también debemos entender que aquellos tiempos no eran como los actuales y, nuestros antepasados cincovilleses eran de armas tomar pues tenían malos tragos y cuchillo fácil... si hacemos caso a lo que Gerardo Miguel Dehesa dice en uno de sus artículos en el que propone, en lugar de tanta borrachera y tanta vaca suelta por la calles, que los Ayuntamientos den premios de 25 o 50 pesetas a la mejor cordera, o vaca, o legumbre cultivada. No se la debían coger con papel de fumar nuestros bisabuelos puesto que Gerardo Miguel termina su artículo diciendo:

“Así se evitará que la cárcel y el hospital reciban huéspedes en los días en que todo debe ser alegría, quietud y reposo”.

No puedo negar que me causa un sentimiento parecido a la ternura el leer versos en cuartetas, publicadas bajo el título “Las verdades del tío Niceto”, firmado por Ané, en las que se indica a los labradores cuándo y cómo deben emplear el nitrato en las patatas, o simplemente el echar una ojeada a los chascarrillos de la época que, de alguna manera conformaban la sección humorística de aquella publicación quincenal. Tampoco es para olvidar la publicidad y lo anuncios en los que comerciantes como “Múgica, Arellano y Compañía”, “Taller mecánico para carros José Binaburo”, la “Academia Toral”, los “Hijos de Félix Repollés”, la “Casa de P. Mercadal”, “Carvajal y compañía”, Justo Domínguez, Joaquín Orús y “Oliván hermanos” compartían página con “Cafés y Chocolates Piazuelo” que promocionaba su aromática mercancía con las siguientes rimas:

Todo el que toma café

y Chocolates Piazuelo,

si es mudo recobra el habla,

si es calvo le sale el pelo.

**********

-El mocé viene llorando,

ya s'habraicho algún aujero.

-Pues a ponele un pegote

de Chocolates Piazuelo.

********** 

Ya no quió otro chocolate 

qu'ese que está elaborau

por un tal señor Piazuelo,

porque tié mucho cacau.

Uno de los anuncios que más sorpresa me ha causado es el del almacén de Abraham Guimbao, situado en las Herrerías de Ejea de los Caballeros, que por la fotografía aparecida en la publicación “Ejea en la memoria” bajo el apelativo de “Gran Bazar Guimbao”, debía ser una especie de “Corte Inglés” de la época por lo extenso de su oferta.

Para que puedan hacerse idea de la ilusión con la que fue acogido el periódico, tengo que hacer alusión a un hecho que se produjo a los pocos meses de su aparición. En las oficinas de “Cinco Villas”, se presentó un joven de unos quince años que pidió ser recibido por el director y, como toda identificación dijo que era “un hijo de Ejea”. Una vez ante el director, el adolescente manifestó que, aún siendo de Ejea de los Caballeros, trabajaba como dependiente de un comercio en Zaragoza y que desearía colaborar escribiendo para el periódico. El director le pidió que le llevara un artículo y, a los pocos días volvió el mozalbete con lo que había escrito y que apareció publicado en el número siguiente bajo el título “Meditemos algo”. Entre otras cosas, José Salvatierra Berni, que así se llamaba el periodista en ciernes, escribió lo que sigue:

“La rutina nos tiene estancados, y nuestras inteligencias rústicas, que están cerradas a todo rayo de luz de reforma progresiva, no quieren despertar y alzarse a la vida perfeccionada, a la que nuestra importancia exige. Tenemos un ánimo de indiferencia tan colosal, que no sabemos lo que nos conviene; estamos creídos que no hay más allá que mucho trigo y dinero. Pensar así no es pensar bien. ¡Comarca de las Cinco Villas!, hasta hoy tú misma has sido y eres la culpa de tu retraso. Ningún pueblo puede regenerar y salvarse si no es por su propio esfuerzo intelectual”.

Una vez leídas estas frases escritas hace casi cien años, me pregunto si hemos cambiado algo en un siglo de abandono; pero sigamos con el tema que nos ocupa.

Una publicación como Cinco Villas también tenía su sección de sociales en la que se podía leer quién se iba de viaje, quién se casaba o noticias de comuniones y decesos. Tampoco podían faltar las notas moralizantes para tratar de educar a los lectores de la época y, como es natural, se anunciaban los sorteos para ir al servicio militar y también los calendarios para las labores del campo. En resumen, una publicación completa que cabía en ocho páginas grandes, lo que equivaldría a treinta y dos páginas tamaño cuartilla, lo que se asemeja mucho a la capacidad de publicación que tiene “Ayer y Hoy” en la actualidad con la diferencia de que entonces casi no había material gráfico para publicar.

En cuanto a las notificaciones del servicio militar podemos destacar un “suelto” que se publicó en el número correspondiente al 16 de Abril de 1912 en el que puede leerse:

“De todos los hijos de Cinco Villas que existan o sean destinados a Ceuta o Melilla, daremos cuenta, si se nos pide, de su situación. De los que se encuentran en la Américas pronto tendremos nota detallada de su residencia y situación, porque vamos a entablar relaciones con los cónsules de España en aquellas regiones."

Pero la ilusión que pusieron estos hombres en la tarea, no duró demasiado y si un 2 de marzo de 1912 aparecía el número 1 de “Cinco Villas”, el 15 de marzo de 1914, se imprimió el último número y, como hacen los grandes, murieron sin cejar en su empeño ya que, si la portada del número 1 era un croquis de las carreteras de las Cinco Villas, en cuyo pie se leía que todavía teníamos las mismas que nos había dejado la generación anterior, en la primera página del último número, aparecía el mismo croquis en cuyo pie se advertía que, tampoco en dos años de protestas, reivindicaciones y reclamaciones, se había construido nada.

En el último número, entre bromas y verdades, Eloy Chóliz, hablaba de que, como todo cuanto nace muere, en el caso de existir un entierro del “Cinco Villas”, al mismo acudiría muy contento un diputado a Cortes, clara alusión a José García Sánchez, acompañado de caciques de todos los tamaños, vestidos con capa o con americana, contentos por ver muerta la publicación que tanto les atacó. Seguidamente, en el sepelio, iría una muchedumbre inconsciente que vota por quien quiere el cacique y por último, un pequeño grupo dolido por la corta vida del periódico. Según Chóliz, este grupo, cito textualmente:

“Lo formarán todos los hombres de buena voluntad y amantes de la región;los que no esperan recibir nada de esta política pestilente que huele a estercolero; los que han visto en el periódico un joven adolescente lleno de ilusiones y patriotismo y limpio de intenciones perversas; los que por ser menos, tienen que resignarse a ver marchar la suerte regional, por los derroteros suicidas que la encauzan la inconsciencia de los más, los que no pretenden conseguir con la influencia lo imposible e injusto”.

El triunvirato Chóliz-Miguel-Maynar, mantuvo durante dos años un pulso brutal con las fuerzas vivas de la región para tratar de que los acuerdos alcanzados para las Cinco Villas fueran en beneficio de TODOS sus habitantes y no sólo para aquellos que detentaban el poder por entonces lo que, como es fácil entender, no siempre consiguieron. No voy a intentar es entrar en polémicas de si estos tres prohombres eligieron las tácticas más acertadas ni si eran de corte conservador o liberal porque ese detalle no es importante ya que si tuvieron diferencias políticas, en todo momento fueron capaces de apartarlas para luchar por una meta común que era la comarca de las Cinco Villas; pero sí estoy seguro de que absolutamente todas las reivindicaciones que exigieron eran justas y que, el tiempo les ha dado la razón, no estaban equivocados en sus planteamientos.

El hecho de que un militar como lo era Gregorio Miguel tuviera unas ideas avanzadas y regionalistas, puede molestar a quienes obvian su excelente tarea por el hecho de ser militar; quienes lo olvidan a pesar de lo coherente de las ideas que expuso por el hecho de haber llevado uniforme, son los mismos que se llenan la boca de “nazi-ón aragonesa”, gritan en las fiestas las manifestaciones ¡Entalto Aragón!, y, de vuelta en sus pueblos, siguen con su labor fascista de llamar fascista a quien piensa de manera diferente a la que ellos defienden.

En estos tiempos de lo políticamente correcto, siempre y cuando favorezca a quienes más ventajas tienen, en esta época de falsos nacionalismos forjados a punta de modificar la Historia de todos y de la sumisión que quieren imponernos nuestros prepotentes vecinos del norte del este y del oeste, a los cincovilleses y a los aragoneses en general, es hora de retomar el testigo de aquellos paisanos que rompieron una lanza en favor de las Cinco Villas y aparcar a un lado el desprecio por lo nuestro para pasar, de la admiración a todo cuanto nos llega de fuera, al encomio de lo que nos es propio, pero sin el nacionalismo palurdo y pacato que algunos desean para nuestra región; seamos cincovilleses, sí, pero sin dejar de ser universales puesto que nosotros también tenemos a nuestras espaldas una historia de la que podemos sentirnos legítimamente orgullosos sin caer en las redes de quienes ven naciones hasta en el rellano de su escalera y posibles gobiernos independientes hasta en la borra de su ombligo.

Es natural que la gente se sienta orgullosa de su lugar de origen; pero nacer en un lugar significa aceptar todo lo bueno y lo malo que hayan hecho nuestros antepasados, sin corregir ni inventar, y no sólo airear lo más brillante tratando de esconder los trapos sucios como hacen algunos. Que se enteren de una vez quienes no ven más allá de sus intereses personales que en este país no hay, como lo demuestra claramente nuestra trayectoria nacional, ciudadanos de primera y de segunda, ni unas víctimas que sean mucho más mártires que otras porque, en el caso de reivindicar raíces históricas, todos tenemos algo de lo que envanecernos.

La verdad es que uno no puede elegir dónde va a nacer aunque, puestos a sacar pecho en el asunto del paletismo local disfrazado de nacionalismo secular, o por el orgullo de haber nacido en algún lugar en especial, nosotros también tenemos razones para estar orgullosos y, sin embargo, no andamos abriendo la bocaza a cada paso, ni dando la paliza con que los romanos destrozaron a los Suessetanos, arrasaron Corbio, o si tenemos unas u otras características raciales diferentes. Y en cuanto a la Historia, al valor de nuestras gentes, mientras los que ahora se publicitan como luchadores eternos en favor de la libertad en la zona norte de España corrían a obedecer las órdenes de los invasores franceses, salvo los ciudadanos de Gerona, en Zaragoza, estos últimos ayudados por voluntarios cincovilleses, se aguantaron dos sitios realizados por el mejor ejército de la época, el de Napoleón, y en nuestras Cinco Villas, corría por la misma época Mina el joven, desde Tudela hasta Ejea de los Caballeros, haciéndoselas pasar muy putas a los soldados gabachos con la sola ayuda de los cincovilleses que entonces habitaban en nuestros pueblos.

Por lo demás, nosotros, a los que quieren condenarnos a ser ciudadanos de segunda categoría en nuestro propio país, también hemos tenido que sufrir los sucios desplantes y las persecuciones de los gobiernos que se han ido sucediendo a lo largo de la Historia desde los romanos hasta Franco, pasando por Isabel la Católica, las dos repúblicas, la dicta-blanda de Primo de Rivera, la dicta-dura de Franco y el ostracismo al que estamos sometidos por los gobiernos de España después de la muerte del general golpista nacido en El Ferrol.

En cuanto a personajes históricos, además de los muchos que aparecen en las enciclopedias y los libros de texto, nuestros paisanos cincovilleses, como los españoles de todas las épocas, han luchado en guerras, guerritas, guerrillas, batallas, encontronazos y escaramuzas desde la caída de Corbio hasta la guerra civil, pasando por los enfrentamientos con los musulmanes, la pelea contra el Estado representado por el duque don Juan de Austria en la Guerra de Sucesión, la guerra de la Independencia, Carabobo en Venezuela, Cuba, Filipinas, la Guerra de África que se llevó a lo más granado de nuestra juventud y la sangrienta guerra Civil en la que todos fuimos perdedores, digan lo que digan los sucesores de los falangistas y la ley de memoria histórica; sólo a unos tontos del haba se les puede ocurrir el sectorizar errores y heroicidades que al final hemos perpetrado entre todos los españoles, como la historia lo demuestra, y hacer además rayas en el suelo para marcar diferencias e ir por el mundo proclamándose víctimas de un Estado que, en puridad, nos ha sodomizado por igual a todos los nacidos en España desde el principio de la Historia.

Aviso a navegantes: Menos lobos con el asunto del nacionalismo histórico por encima del resto de los españoles porque, si nos ponemos a marcar paquete, todos tenemos algo que enseñar; lo que no es de recibo es que por un lado algunos se metan un calcetín de lana bajo el calzoncillo para presumir de un “paquete” que no tienen y encima les aplaudan, mientras por el otro quienes sí tenemos un pasado real del cual podemos presumir, debemos callarnos porque en el momento que intentamos defender nuestro pasado quedamos convertidos en “fachas”. Pues bien, es hora de empezar a reivindicar nuestra calidad de cincovilleses, sin nacionalismos paletos como he dejado claro, en el seno de un país del que formemos parte activa pero no sólo para votar o para pagar impuestos; es la hora de reclamar lo que es nuestro, lo que nos quieren robar y lo que por nuestro esfuerzo y nuestro pasado merecemos.

En esta tarea, “Ayer y Hoy” debe tomar un protagonismo, necesario por otra parte, y, como herederos naturales de quienes utilizaron el periódico “Cinco Villas” como plataforma para reivindicar lo nuestro en primer lugar y el bien colectivo por encima de los intereses personales, están, estamos, obligados a trabajar para merecer el puesto de responsabilidad que la historia ha puesto en nuestras manos y honrar, con nuestra labor diaria a Gerardo Miguel Dehesa, Eloy Chóliz Sánchez y Manuel Maynar Barnolas, en particular, y en general a todos aquellos cincovilleses que soñaron a principios del siglo XX con publicar un periódico que al final tuvieron que cerrar; una hermosa tarea que nosotros, aupándonos en el pedestal de su trabajo retomamos a principios del siglo XXI y debemos continuar, no con la idea de nacionalizar las Cinco Villas sino de universalizar nuestra comarca.

Nada mejor para cerrar este artículo que las palabras de aquel mozalbete, el “hijo de Ejea”, el dependiente José Salvatierra Berni, escribió en el último número de “Cinco Villas” en un lejano mes de marzo de 1914.

“Cinco Villas es una comarca que marcha hacia toda degeneración social. Es región muerta. Su completo error hace que no surja lo nuevo, lo salvador. Es gente de alma tan enferma y pobre de espíritu, que tiene un periódico y deja que muera. Si no son vientos de fuera los que te salven, no creo haya muchos dentro de ti, lo bastante grandes para hacerlo. ¡Región querida! ¿Cuándo romperá en espumas tu oleaje, saltando las montañas que te rodean, con vigorosa palpitación pidiendo lo que es tuyo, lo que necesitas, lo que tú no sabes pedir?”